viernes, 28 de noviembre de 2008

Estadio de Sarriá: tardes de gloria que no se volverán a repetir


Hace once años que el viejo hogar del Espanyol, el Estadio de Sarrià, dejó de existir. Una crisis económica sin precedentes en el club propició el fin de un estadio que, pese a que se había quedado algo obsoleto para la época, guardaba sin duda un encanto muy especial para el espanyolismo y para el aficionado español en general.

El Estadio de la Avenida de Sarrià fue inaugurado en el año 1923, en lo que por aquel entonces eran las afueras de la Ciudad Condal, en la vieja carretera de Barcelona hacia Sarrià, en un solar conocido como Can Ràbia. Para sufragar el coste del estadio, el club se vio obligado a realizar una gira por Sudamérica con la que conseguir unos ingresos extras que ayudasen a hacer frente a las 170.000 pesetas que costó la obra.

Fue si duda una obra complicada, por la que el club barcelonés pasó algún apuro económico, pero la necesidad de crecer como club obligó a los blanquiazules a realizar semejante desembolso y dejar para siempre la explanada de la Sagrada Familia , en la calle Muntaner, en la que disputó sus primeros encuentros. Aún con todo, el estadio finalmente redujo el número de plazas a 43.600.

Diversos acontecimientos futbolísticos han marcado la vida del Estadio de Sarrià. En 1982 fue una de las sedes del Mundial de fútbol disputado en nuestro país. Allí se disputaron tres grandes encuentros del Grupo 3 de la Segunda Ronda del Campeonato, entre las selecciones de Italia, Argentina y Brasil. En el plano internacional, Sarrià también fue una de las subsedes del torneo de fútbol de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992.

Además, en la memoria de los aficionados espanyolistas está grabada a fuego la temporada 1987/88. Aquel mágico año el equipo entonces dirigido por Javier Clemente, que había conseguido el tercer puesto en la Liga anterior, consiguió llegar a la final de la Copa de la UEFA, en la que cayó derrotado frente al Bayer Leverkusen alemán. En aquel torneo los espanyolistas consiguieron deshacerse sucesivamente de Borussia Monchengladbach, Milan, Inter, Vitkovice y Brujas. Todos ellos mordieron el polvo en el viejo Sarrià.

La temporada 1996/97 fue la última en la vida del Estadio de Sarrià. La deuda ahogaba al club perico, y el dinero que supondría la venta de unos terrenos situados en una de las mejores zonas de Barcelona sería un alivio irrenunciable. Finalmente, el Estadio de la Plaça Ricard Zamora y los terrenos sobre los que éste se levantaba fueron vendidos a una promotora inmobiliaria, que derribó el estadio entre las lágrimas de la afición espanyolista. Sarrià, la casa del Real Club Deportivo Espanyol, quedó reducido a escombros en septiembre de 1997.

Tras su destierro a la montaña de Montjuïc, al estadio Olímpico (actual Lluís Companys), la familia perica vive con gran expectación y no menos ilusión el desarrollo del proyecto de su futuro nuevo estadio. Las obras, comenzadas a finales de 2005, culminarán, según la previsión del proyecto, con la inauguración del nuevo Estadio de Cornellà-El Prat para dentro de dos temporadas, en la 2008/09. 40.000 asientos, nada de pistas de atletismo ni elementos distorsionadores del ambiente futbolístico. Modernidad pero sin ostentación ni vanguardismos desorbitados. Un nuevo Sarrià, al menos en espíritu, está en camino.

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